¿Para qué sirve el cine? Algunos dirán que el séptimo arte es solo entretenimiento, que sencillamente se trata de contar historias que nos hagan olvidar al menos por un rato lo que ocurre ahí afuera, en ese mundo cada vez más caótico y desconcertante. Para otros, el cine nos ayuda a entender esas emociones que sentimos, desde la angustia a la ira, pasando por el propio amor, a través de historias que son creíbles y con las que podemos sentirnos identificados gracias a sus personajes. El cine debe ser una válvula de escape, pero también puede ser un toque de atención, un ramalazo de crítica sobre lo que nos rodea. Hay directores que piensan que una película sin denuncia no sirve para nada. Otros entienden que lo único que necesita un buen filme es ser entretenido para los espectadores. Y luego está John Waters, el mítico director trash, que solo busca dejar en shock a la audiencia.
Waters es uno de los más reconocidos realizadores del cine trash, esa vertiente del cine de bajo presupuesto que contienes todo tipo de escenas increíbles por su contenido, que cuenta historias truculentas o salvajes sobre marginados y que busca, como primer y último fin, escandalizar y dejar en shock al público. La filmografía de Waters está llena de películas de este tipo, donde el director demuestra su auténtico talento para plasmar su verdad a través del séptimo arte. Terrorista cinematográfico para unos, genio freak para otros, Waters se ha convertido en toda una referencia para el público más alternativo, y buena parte de la culpa la tiene la inclasificable Pink Flamingos, su primer largometraje y sin lugar a dudas, una de las películas más controvertidas de todos los tiempos.
Idea y producción de la obra
Waters había nacido en Baltimore y desde bien joven se había sentido atraído por el cine, llegando a grabar algunos cortos y pequeñas películas con una cámara de 8 mm que le regalaron sus padres por su cumpleaños. Después de empezar a llamar la atención con esas obras visuales tan despampanantes, Waters se convirtió en el epicentro de un grupo de personajes freaks de los que sencillamente se nutría para crear sus historias. Tras pasar por un inmenso terreno de trailers de caravanas, el director decidió que debía contar una historia que se desarrollara en ese ámbito, y que mostrara la cara B del sueño americano, esa competitividad y ese ansia por ser el mejor… aunque sea de la forma más desagradab le posible.
De qué trata esta película
La historia se centra en Divine, que vive con el seudónimo de Babs Johnson en un tráiler de un centro de caravanas a las afueras de Baltimore junto a su hijo, su madre y su compañera sentimental. Divine tiene un look muy peculiar, como de drag queen, aunque en realidad se comporta como una mujer, y a veces como un hombre, según la ocasión. Lo importante es que es considerada la persona más asquerosa del mundo, un título que lleva con orgullo y que se esfuerza en mantener a través de todo tipo de atrocidades, desde canibalismo a asesinato o incesto. Su vida cambiará cuando aparezcan los Marble, una pareja que se dedica a robar bebés para vendérselos a las parejas de lesbianas, disputándole el título de persona más asquerosa del planeta. Ahora Divine tendrá que esforzarse más que nunca por demostrar que siempre ha sido la número 1 en esto de dar verdadero asco.
Sus protagonistas
Todos los actores y actrices que aparecen en la película eran semiprofesionales o amateurs, sin embargo, eso es precisamente lo que buscaba Waters, ya que quería realismo por encima de todo lo demás. Su buen amigo David Lochary haría el papel de Mr Marble, mientras que Mink Stole, su pareja en aquellos tiempos y con quien compartía la casa donde rodó parte de la película, se encargaría de encarnar a Mrs Marble. También estaban Edith Massey o Danny Mills, formando parte de kla familia tan peculiar del protagonista. Pero todas las miradas del filme recaen sobre la magnética presencia de Divine, en una interpretación que la lanzaría directamente al estrellato del cine de serie B, convirtiendo su estilismo en la esencia del filme, y consiguiendo con sus esfuerzo interpretativos que la película llegara mucho más lejos de lo que todos preveían.
Escenas de lo más impactantes
La intención de Waters a la hora de rodar Pink Flamingos era realizar una película verdaderamente intensa y que dejar a todos en estado de shock, filmando escenas absolutamente desagradables que jamás nadie se atrevería a poner en un filme serio. En esta película podemos ver incesto, relaciones zoofílicas, extrañas fantasías con animales, canibalismo y homicidio como parte de una cotidianeidad absolutamente insoportable para sus protagonistas. Esa es su vida habitual, no hay nada extraño en descuartizar a unos policías y devorarlos allí mismo, es lo más normal del mundo. Punto y aparte es la última escena de la película, una de las más desagradables de la historia del cine, y que hoy en día sigue poniendo a prueba el estómago de los espectadores, por su absoluto realismo.
El film se convirtió en una obra de culto
Estrenada en 1972, Pink Flamingos supuso el salto definitivo para Waters, conociéndose a partir de entonces como uno de los reyes del cine trash. La película, con toda su controversia, ganó mucha fama al ser censurada en numerosos países, y tenida en cuenta simplemente como una demostración de mal gusto, algo que el propio Waters nunca negó. Hoy en día, casi cincuenta años después de su estreno, Pink Flamingos sigue siendo una referencia en el cine alternativo norteamericano, una película tremendamente excesiva pero no falta de crítica para quien sabe ir más allá de sus escandalosas escenas. La imagen de Divine con su vestido ceñido y su llamativo maquillaje es ya un icono del cine de los años 70, algo con lo que seguramente Waters jamás habría soñado.