Si hay un festival de cine importante en todo el mundo, ese es Cannes. Es cierto que el festival francés ahora tiene que rivalizar con otros de gran prestigio, como el de Berlín o el de Venecia. Sin embargo, desde hace décadas, las películas más importantes, los estrenos más esperados, siempre llegan en Cannes. Esta pequeña ciudad de la costa Mediterránea francesa, ubicada muy cerca de Niza y de Mónaco, se ha convertido en lugar de referencia para los cinéfilos de todo el mundo. La historia del festival abarca más de medio siglo, y en su palmarés hay películas que han logrado convertirse en auténticos clásicos del séptimo arte. Directores como Quentin Tarantino o Francis Ford Coppola recibieron sus primeros elogios internacionales en este evento, que ha servido también para generar grandes amistades. Cada año, en la segunda quincena de mayo, la creme de la creme del mundo del cine se reúne en Cannes para disfrutar de un evento que marca el devenir de muchas producciones.
Y es que tener durante semana y media a los productores, actores y directores más importantes del mundo reunidos en un mismo lugar da para mucho. Cannes se ha convertido en una referencia no solo por el prestigio que ha obtenido, siendo el lugar preestreno de algunas de las cintas más populares de los últimos años. La sección oficial ha lanzado a grandes cineastas al estrellato, y la sección fuera de competición nos muestra en muchas ocasiones películas imposibles de encontrar en otros lugares. Pero Cannes es mucho más que cine. Es diversión, es compañerismo, y también es fiesta. A veces, más de la que debería, según muchos actores y directores han llegado a reconocer. En torno al festival se crea un verdadero negocio, para hacer las delicias no solo de los profesionales del séptimo arte, sino también de otros invitados ilustres. Cannes es el centro del mundo esas semanas, y millonarios de todo el planeta, desde jefazos norteamericanos a jeques árabes, inundan la ciudad con sus yates. Y donde hay dinero, como suele decirse, siempre hay oportunidades para esas chicas que quieran ganar un poco…
Uno de los certámenes más prestigiosos
Cannes es considerado como un festival A, el nivel más elevado que un evento de este tipo puede obtener. Junto a otros como Venecia, Berlín o San Sebastián, el festival de Cannes está entre los mejores del mundo, con la ventaja, además, de que se ha convertido en una referencia comercial. No se trata de lanzar a cineastas desconocidos o promover películas que luego nadie verá en la cartela. Es como un adelanto de todo lo bueno que vendrá en ese año. Por eso no es de extrañar que el festival genere tanta expectación, tanto en las proyecciones de películas como en todo lo que lo rodea. Las ruedas de prensa, las presentaciones, las galas y las fiestas nocturnas… Y para los que quieran otro tipo de diversión, más excitante, también están los yates del puerto.
La red de Elie Nash
Ocurrió hace casi una década, cuando el Hollywood Reporter comenzó a sacar artículos que hablaban de la parte más oscura del festival. Cannes ya era el festival más grande del mundo, el más fastuoso y lujoso. Y eso llamaba mucho la atención no solo en el mundo del cine, sino también entre los multimillonarios de todo el mundo. Atracaban sus yates en el puerto y disfrutaban de una semana de pura fiesta y desenfreno, a veces invitando a las grandes estrellas de la pantalla. En el centro de todo, según informaba el diario norteamericano, estaba Elie Nahas, un empresario libanés que solía ser agente de modelos. Y es que las chicas de Nahas también participaban de estas fiestas, llevándose un buen pellizco, que podía superar incluso los 40.000 dólares por noche.
Nahas entendió muy pronto que Cannes era un nicho de mercado perfecto para su negocio de “modelos”. Sus chicas, muchas de Oriente Medio, pero también de otros países, se encargaban de hacer pasar un buen rato a aquellos clientes poderosos que asistían a Cannes, al festival, o a la propia fiesta. Según contaba el diario americano, estas chicas empezaban trabajando como actrices o modelos, pero no tenían demasiado éxito, y optaban por la salida “fácil”. Nahas reconoció que era algo que se llevaba haciendo desde casi el inicio del festival, y que él no sabía qué era lo que hacían las chicas con los hombres que las contrataban. Sin embargo, cada mayo hacía su particular agosto, ganando entre 300.000 y 400.000 euros por intermediar entre sus chicas y los clientes. El libanés fue condenado a ocho años por proxenetismo, un delito que está penado en Francia.
Poderosos implicados
Cuando la condena se hizo firme, Nahas no dudó en tirar de la manta y ofrecer algunas declaraciones que seguramente pondrían nerviosos a muchos hombres poderosos. Y es que si hablamos de pagar 40.000 euros por noche a una chica, no estamos hablando de clientes cualquiera, desde luego. Según el libanés, la mayoría de los interesados eran oligarcas rusos o ucranianos, y jeques árabes. De hecho, confirmo que el hijo del dictador Muamad Gadaffi era uno de sus clientes habituales. Nahas cree que fueron a por él por culpa de Gadaffi, de hecho, ya que hasta ese momento su red de prostitución había pasado totalmente desapercibida.
El hecho de que se lleven a cabo este tipo de prácticas en torno a un festival tan importante y que mueve tanto dinero no debería extrañarnos. El propio Nahas asegura que en Cannes se gana más con la prostitución que con la venta de películas. Es un negocio de alto standing, donde las chicas que participan en él pueden ganar en una sola semana lo suficiente para vivir sin sobresaltos un año entero. Es lógico, por tanto, que muchas escorts de lujo aterricen en esta ciudad francesa para el festival. Otras llegan a Cannes desde poblaciones cercanas y suelen tener cierta ventaja, ya que conocen mejor el terreno y a los conserjes de los hoteles. Son ellos los que muchas veces las recomiendan a sus clientes, aunque siempre con total discreción, puesto que la prostitución no se puede anunciar en Francia.
La policía lo conocía
Una red que mueve millones de euros cada año en Cannes no debería pasar desapercibida, sobre todo cuando es un secreto a voces. Nahas asegura que la policía conocía estos asuntos, pero por lo que fuera, siempre le habían dejado tranquilo. Tal vez a través de sobornos, tal vez por connivencia con el propio festival o las autoridades locales, Nahas nunca sintió que estuviera siendo vigilado por las fuerzas de la ley. Hasta que todo saltó por los aires hace unos años, y su red de prostitución quedó desmantelada. ¿Significa eso que ya no hay sexo de pago en torno al festival de Cannes? Seguramente pensar así sería de ingenuos, porque en un ambiente de lujo como este, donde se mueve tanto dinero, la prostitución siempre está a la orden del día.