La imagen que tenemos de Canadá es la de un país tranquilo, mucho más amable que su vecino del sur, Estados Unidos. Lo cierto es que los canadienses son vistos como personas empáticas, con buenos sentimientos, acogedores, pero sin ese punto de ambición que tienen los estadounidenses. De hecho, en el mundo del cine, la literatura o la música, muchas veces los canadienses pasan por ser de Estados Unidos. Y es que para triunfar en estos géneros es habitual marcharse al país de las oportunidades, a pesar de que Canadá también cuenta con su propia industria. Por ejemplo, ¿sabías que artistas como Justin Bieber, Keanu Reeves o Jim Carrey son en realidad canadienses? En muchos casos, crecieron en el país del sirope de arce, pero se mudaron muy jóvenes a Estados Unidos, donde comenzaron su carrera en el mundo del espectáculo.
Y es que no podemos comparar las industrias de Canadá y Estados Unidos, porque los yankees salen ganando por goleada. Si bien hay artista canadienses que han podido mantenerse en su país, especialmente aquellos que combinan las dos lenguas maternas de su zona, el inglés y el francés, la mayoría han tenido que buscar fortuna en la nación vecina. Las semejanzas culturales entre ambos países son muy llamativas, pero también hay diferencias que marcan por completo su relación. Con respecto al porno, por ejemplo, Canadá es un país incluso más abierto en lo sexual que Estados Unidos, donde hay una doble moral muy importante. Sin embargo, la industria pornográfica del país norteamericano sigue a la sombra de la de su vecino, que es el mayor productor y consumidor de pornografía del planeta. Las actrices nacidas en Canadá también suelen probar suerte en el mercado estadounidense, ya que al fin y al cabo siguen formando parte de la misma región, Norteamérica. Sin embargo, las productoras canadienses suelen destacar por sus ideas originales y novedosas, apartándose en cierta manera del típico porno que se produce en masa en Estados Unidos. Es así como surge la idea de crear una escuela del porno, por parte de la productora canadiense Pegas.
Buscando a las nuevas estrellas
En una campaña nada sutil por intentar encontrar un hueco en el difícil mundo del porno, la productora Pegas decidió crear una escuela para enseñar a los hombres a ser actores. De hecho, era una especie de casting soñado para cualquiera que deseara entrar a formar parte del mundo del porno. No se necesitaba experiencia previa ni habilidades especiales. De hecho, ni siquiera se buscaban hombres especialmente dotados. Bastaba con tener ganas, pasión por el sexo y por supuesto, un buen desempeño en la cama.
Si resultabas elegido, la propia productora pagaba toda tu formación. Y sí, también se incluían clases “prácticas” junto a pornstars canadienses reconocidas, para que pudieras foguearte con verdaderas profesionales. Y es que se trata no de un casting usual, sino de una verdadera selección para convertir a un tipo normal y corriente en toda una estrella del porno.
Pegas, la productora detrás de este proyecto
La idea del proyecto surge en la productora Pegas Productions. Se trata de una empresa dedicada a la industria del porno, que surge en Canadá a finales de la década de los 2000. La explosión del porno digital en Internet hizo que muchas pequeñas productoras dieran el salto para buscar su hueco en una industria que estaba en constante expansión. El porno que se hace en Canadá, al menos en esta zona, no dista mucho del que se lleva a cabo en Estados Unidos. Sin embargo, la escasez de actores para las escenas llevó a Pegas Productions a pensar en una solución. Convertir a cualquier hombre en un buen actor porno era posible, siempre y cuando se contaran con los mimbres adecuados. El talento importaba, pero pesaba mucho más la formación.
De ahí que la productora decidiera poner un anuncia, allá por 2014, buscando a hombres con ganas de probar suerte en el porno. La idea que todos tenemos del actor de esta industria es la de un tipo musculado, de cuerpo perfecto y sobre todo, muy bien dotado. En Pegas aludían a que ese cliché ya estaba muy manido, y pretendían cambiar esa imagen por una mucho más normalizada. De hecho, buscaban buenos actores, que además pudieran tener sexo delante de las cámaras. El tema de actuar en estas escenas también es algo extraño porque para la mayoría, las actuaciones en el porno no son de gran importancia. Pero en Pegas sí que querían darle su lugar a este tipo de características. Porque no buscan sementales, sino personas normales que tengan ganas de probar lo que se siente al tener sexo ante las cámaras.
Aprender a tener sexo delante de las cámaras
Para ello, Pegas preparó un completísimo programa de clases, tanto teóricas como prácticas, en busca de conseguir al actor perfecto. Se recibieron más de cincuenta audiciones, de las cuales se escogieron a cinco finalistas. Estos comenzaron a recibir esa formación que les llevaría a convertirse en actores porno de primer nivel. Las primeras clases se centraban en la seguridad, en la forma en la que se grababan las escenas. Los candidatos se mostraron sorprendidos por lo diferente que se veía una escena desde fuera, con respecto a lo que se podía grabar en el acto. Era como entrar en un universo nuevo. A partir de ahí, las clases prácticas fueron el siguiente paso.
Desde la productora se les animaba a tener sexo con actrices profesionales, primero sin cámaras y luego, poco a poco, incluyéndolas en la ecuación. Lo habitual es que al principio el chico sienta cierta vergüenza, algo que puede incidir en su propio rendimiento sexual. Sin embargo, con la experiencia y con la preparación adecuadas, cualquier hombre puede convertirse en una estrella del porno. O eso es lo que pretenden desde Pegas Productions, que han sabido sacarle mucho lustre a esta idea. Algunos de los candidatos que han pasado por su Academia del Porno ya están trabajando como actores profesionales. Incluso han grabado escenas en Estados Unidos, ganando así en experiencia. La cantera del porno canadiense parece asegurada gracias a estas clases tan particulares.
Una idea que se está expandiendo
Lo cierto es que la idea de crear una Academia del porno tampoco era original de esta productora canadiense. Desde finales de los 90, la industria ya había tenido ejemplos de este tipo de iniciativas, especialmente en Estados Unidos. En la era de los realities, estrellas como Jenna Jameson crearon su propio talent show donde se buscaba a la siguiente reina del porno.
Eso sí, ya trabajaba con actrices profesionales que querían destacar, no tanto con gente amateur. En Europa, las escuelas de sexo también se han ido expandiendo durante el siglo XXI. Ámsterdam, Milán, Barcelona o Budapest han sido ciudades donde se han abierto este tipo de locales, con vistas a nutrir de nuevos actores a la industria europea. Porque el actor porno no nace, sino que se hace, aunque nos pueda parecer lo contrario.